La últimas noticias sobre las dificultades de México con sus socios de EEUU y Canadá, han generado preocupación a muchísimos mexicanos, con justificada razón, especialmente tras los reclamos de los líderes provinciales (de extracción conservadora) de Alberta y Ontario en Canadá, junto con el propio primer ministro Trudeau, que piden considerar la posible exclusión de México del Tratado trilateral norteamericano de comercio, lo que hoy por hoy tiene poca viabilidad, aunque es posible. Hoy México es muy vulnerable a cualquier perturbación relativa al TMEC o USMCA, dado que nuestra economía se sostiene fundamentalmente por el dinamismo del tratado: un tercio de nuestra economía depende las exportaciones a EEUU, sobre todo tras la descuidada y ruinosa conducción económica del gobierno del ex presidente López Obrador y a que el gobierno de Claudia Sheinbaum ha dinamitado el clima de confianza e inversión en el país.
El reciente anuncio de Donald Trump de imponer en el primer día de su mandato, aranceles del 25% a todos los productos mexicanos y canadienses que se exporten a EEUU (aranceles unilaterales que violan el tratado y que perjudicarían a las tres economías), si México y Canadá no resguardan mejor sus fronteras y detienen el flujo de drogas como el fentanilo, han dado la razón a los canadienses, que siempre ha reprochado que su agenda comercial con EEUU, se ve contaminada por los temas mexicanos de migración ilegal y drogas. Desde esa óptica, es natural que busquen desmarcarse lo más posible de México.
Aunque puede pensarse que los reclamos canadienses tienen un fuerte componente de oportunismo electoral, dadas las próximas elecciones generales en Canadá (previsiblemente para octubre de 2025, si no se adelantan), ya que los conservadores canadienses buscan emular el discurso populista de Donald Trump, que ha mostrado ser altamente redituable, y México es la víctima perfecta, por su largo historial de incumplimientos y cambios súbitos de las reglas del juego, pero también debido a que los conservadores canadienses siempre han visto a Mexico más como un competidor en la relación y el comercio con EEUU, no como un socio. Sí, hay un componente electoral en los reclamos de Canadá, pero identificarlo, no resuelve mucho del problema, de modo que México está a dos fuegos muy duros, los de Trump y los del escenario electoral canadiense, con uno de los gobiernos mexicanos más incompetentes y negligentes de que se tenga memoria, como muchos ya hemos advertido con anterioridad.
No es por exagerar, pero difícilmente puede recordarse un solo logro personal en la ya larga carrera política de Claudia Sheinbaum, siempre como rémora del expresidente López Obrador y beneficiaria de su “dedazo” (la metáfora mexicana usada para aludir a la imposición de un sucesor). Y si en 2017 se le cayó el Colegio Rébsamen, siendo jefa delegacional en Tlalpan, y luego en 2021, también se le cayó la Línea 12 del Metro, como jefa de gobierno de la Ciudad de México, dejando ambas negligencias un total de 53 fallecimientos y decenas de heridos. Pues, ¿cómo podemos los mexicanos ingenuamente esperar que no se le caiga también el TMEC? Y si se hace un repaso a los hombres del gobierno mexicano encargados del tema (Ebrard, De la Fuente, o los embajadores Moctezuma y Joaquín, etc.) uno encuentra el mismo nivel de peligrosa incompetencia, descuido y mediocridad, al grado que hoy ni siquiera existe la agregaduría de la Secretaría de Economía en la embajada mexicana en Washington, nuestro principal socio comercial.
En tal sentido, Sheinbaum enfrentará desde ya uno de los retos más formidables de su gestión, que condicionará capitalmente los al menos primeros cuatro años de su gobierno.
Frente a la actual difícil coyuntura, muchos mexicanos dividen su ánimo entre aquellos que creen que una más fuerte presión de EEUU y Canadá sobre el gobierno chavista de México significará un respiro para la democracia y al republicanismo hoy en serio peligro en el país. Y aquellos otros que imaginan que México podrá jugar sus cartas y que milagrosamente podría suceder un enamoramiento entre Sheinbaum y Trump (y el próximo gobierno canadiense, siendo los conservadores amplios favoritos por hoy, liderados por Pierre Poilievre, frente a los impopulares y divididos liberales de Trudeau), como sucedió entre Trump y López Obrador, durante el primer gobierno de aquel.
Difícilmente sucederá uno u otro escenario. Ambos gobiernos actuarán conforme a lo que les sea más redituable políticamente, por sobre cualquier otra consideración. Frente a ello, Sheinbaum no ha logrado cuadrar bien ni siquiera su perspectiva: sus recientes declaraciones, empeñada en argumentar a Trump y canadienses la importancia trilateral del TMEC y promoviendo un esquema anacrónico de “sustitución de importaciones” chinas, demuestra su poca perspicacia e impreparación. ¡Es la política, estúpida! No los datos duros pero ilegibles políticamente para Trump y conservadores, no la soberanía y tal vez ni China, es haber creado desde hace mucho los lazos, confianza y estrategias conjuntas entre los factores reales de poder de nuestros vecinos e inversionistas y mercados, empezando por reconocer las prioridades de Trump y ofreciendo un marco de colaboración para aliviarlas.
Se vienen un proceso muy complicado para México, que requerirá negociar con habilidad, previsión, cercanía, concentración, credibilidad y oportunidad, todo lo que hoy precisamente brilla por su ausencia en el gobierno mexicano, dedicado fundamentalmente a torturar a la democracia, la Constitución y a la República, no a prepararse para los graves desafíos que, inevitablemente, ya tocaron a su puerta.
Deja un comentario