Gracias a una indiscreción del presidente colombiano Gustavo Petro, durante su visita a Ciudad de México hace unos días, los mexicanos nos fuimos enterando de que Claudia Sheinbaum, la nueva presidenta de México, había sido integrante del grupo terrorista colombiano M-19, al igual que Gustavo Petro. Ufano, Petro señaló en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) entonces ante medios colombianos que lo entrevistaban: “ahora el M-19 ha dado dos presidentes en América Latina”.
Y abundó: varios de los integrantes del grupo se resguardaron en México, donde recibieron ayuda de algunos nacionales, “entre esos Claudia”.
El llamado Movimiento 19 de Abril (M-19), fue un grupo guerrillero formado en 1970, que buscaba imponer en Colombia sus ideas por la vía armada, pero que se diferenció de otras guerrillas de la época en varios aspectos: no era un grupo marxista, sino de izquierda nacionalista, y fue básicamente un grupo de guerrilla urbana, que apoyaba su ideología en tres conceptos clave: nacionalismo, socialismo democrático y justicia social.
Durante sus inicios, fue un grupo caracterizado por el robo, el secuestro y el asesinato, que deba entrenamiento militar a sus miembros, dedicados básicamente a las actividades armadas, el secuestro de políticos, periodistas, diplomáticos y empresarios, y al reparto de propaganda en las ciudades y universidades. Gustavo Petro se afilió “El Eme” en 1978. Los años 80s fueron los de mayor actividad delictiva del M19 con ataques armados, atentados y más asesinatos.
En 1980 precisamente, realizaron una de sus primeras operaciones y de las más llamativas: el asalto a la Embajada de República Dominicana en Bogotá, el 27 de febrero de 1980, para exigir la liberación de 315 de sus militantes, presos en las cárceles colombianas y el pago de un rescate por $ 5 millones de dólares. En la Embajada secuestraron a 15 personas, durante casi dos meses: hasta que el 25 de abril de ese año, cuando secuestradores y secuestrados volaron rumbo a Cuba, donde los rehenes fueron liberados y los guerrilleros permanecieron refugiados, disfrutando de los $ 3 millones de dólares que obtuvieron de rescate.
Pero su hecho más notorio fue la toma del Palacio de Justicia en Bogotá, el 6 de noviembre de 1985, en donde retuvo a 350 rehenes, operación que se saldó finalmente con más de 100 muertos y desaparecidos, entre ellos 11 magistrados de la Corte Suprema, y la quema de 6000 expedientes judiciales, durante el intento de rescate por parte de las Fuerzas Armadas colombianas. Según algunas fuentes, el M19 realizó la operación financiado por el Cartel de Medellín, de Pablo Escobar (quien supuestamente pagó al grupo $ 2 millones de dólares), para eliminar documentos incriminatorios y detener la aprobación del tratado de extradición de narcotraficantes a los EEUU, el cual estaba siendo discutido por la Corte Suprema de Justicia
En 1990, el gobierno colombiano y el M19 firmaron un acuerdo de paz, el primero entre un Estado y una guerrilla en América Latina. Los 10 puntos del acuerdo consideraron, entre otras cosas, su desmovilización, la renuncia a las armas y su incorporación a la vida política del país bajo el nombre Alianza Democrática M-19 (AD M-19), que participó exitosamente en las elecciones para la llamada Asamblea Nacional Constituyente de 1991. Gustavo Petro fue uno de sus cofundadores y fue electo miembro de Cámara de Representantes en 1991. Hoy “El Eme” está oficialmente desaparecido.
Para las fechas de su actividad guerrillera, Claudia Sheinbaum recién terminaba su licenciatura en Física en la UNAM, tras una etapa de activista estudiantil (1986-1990) en el llamado Consejo Estudiantil Universitario, un movimiento político instrumentalizado para apoyar la candidatura presidencial del candidato de izquierda Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, y estudiaba la maestría en ingeniería energética en la propia UNAM. Época precisamente que coincide con lo señalado por Petro: “en su juventud primera”, Sheinbaum “fue colaboradora y militante del M-19 en México”, país que dio cobijo a muchos guerrilleros perseguidos. Hasta aquí lo conocido y solo Petro y Sheinbaum saben con precisión en qué se involucraron. Extrañamente, ningún periodista mexicano ha cuestionado a la nueva presidenta mexicana por este incidente, en sus conocidas conferencias matutinas de prensa, pero los mexicanos ya sabemos que lo que le preguntan está acordado previamente y “sembrado” entre dichos periodistas, cómodos para el gobierno.
Aunque la declaración de Petro fue desmentida por un ex mando del M 19, nos habla de un pasado y una tradición común que comparten ambos mandatarios y nos permite atisbar que al parecer, Sheinbaum en ningún momento sintió repulsión por apoyar a ladrones, asesinos y secuestradores, al grado de que hoy no ha desmentido, siquiera por una pretendida exactitud histórica, a su homólogo colombiano.
¿Cuál es ese pasado y tradición comunes ente Petro y Sheinbaum? Para decirlo llanamente: el del perfecto idiota latinoamericano, retratado por Carlos Alberto Montaner, Álvaro Vargas Llosa y Plinio Apuleyo, la de los politicos demagogos que abrevan de las ideas nacionalistas, populistas y violentas que dieron sustancia a Fidel Castro, Hugo Chávez y a otros políticos populistas y autoritarios, que han arrastrado al subcontinente hacia el fracaso y la polarización insalvable, por sus ideas en la revolución, la lucha armada, el estatismo y el espejismo de la “justicia social”, infantilizando a sus sociedades hasta hacerlas incapaces de corregir y aprender de sus errores.
Esto nos habla de lo equivocados que están sus voceros y normalizadores, que hoy le dicen a los mexicanos: “tranquilos, ella se va a moderar respecto a López Obrador: es científica y mujer, denle el beneficio de la duda”. A una semana de haber tomado el poder, Sheinbaum es solo la copia de López Obrador con voz y ropajes femeninos, pero sin ninguna diferencia realmente sustancial. Y es que después de conocer este episodio de hace 30 años, es muy difícil suponer que tendrá una mentalidad abierta, dialogante, respetuosa del Estado de Derecho y la democracia. Todos sabemos que es imposible enseñar nuevos trucos a un perro viejo o bien que “gallina que come huevo, aunque le quemen el pico”.
Los populistas y autoritarios no cambian ni con la edad ni con los cargos: siguen siendo los intransigentes y violentos de siempre, caracterizados por el dogmatismo ideológico, la ceguera política y la vieja retórica, incapaces de comprender que el verdadera oportunidad de progreso para nuestros países no está en sus equivocados delirios juveniles, sino en la alianza de dos libertades, la política y la económica, procesadas con democracia, mercado y Estado de Derecho.
Así que los mexicanos hacemos mal, esperando una corrección de lo mal hecho por el gobierno anterior: veremos con Sheinbaum por el contrario, su profundización, su misma desmesura y payasadas, su delirio mesiánico y anacronismo, cómo revalida su alianza con el crimen organizado, así como la misma estrategia totalitaria y de indecencia amoral.
Origen por desgracia es siempre destino entre populistas y totalitarios, para profunda desgracia de sus pueblos, como nos enseñan hoy Petro y Sheinbaum.
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